Nace un bebé y desde ese momento se le aplica la impronta del género.
La educación comienza desde que sabemos si es niño o niña. En las niñas tiene las implicaciones que “todos sabemos”, pero la educación en el varón es algo en lo que no nos detenemos, que pasa desapercibido y que es igualmente o más demoledora. No se habla de cómo el ser tan machote anula su mundo emocional, de la restricción emocional “porque el hombre no llora”, el ataque a su capacidad de empatía por cómo se le aleja de todo lo que son “juegos de niñas”, etc. Debemos ser conscientes del daño que se le puede hacer a una persona cuando se le trata como varón. Una cosa es ser hombre y otra cosa es ser niño (varón). La gente cree muchas veces que los niños y los adultos son “la misma cosa pero con diferente tamaño” y nada más lejos de la realidad. El varón no sale ganando en esto, no es que el hacerle fuerte, valiente y autosuficiente le haga mejor. Sino que se le va boicoteando minuto a minuto su mundo emocional: “no sientas, no lo expreses y no lo practiques”. Si eres como una roca pero tu psicología está diseñada para sentir tienes un problema. No dejemos que nuestros niños sufran este ataque a su psique, se les aniquile, se les obligue a «no ser». Da mucha pena que hombres y mujeres tengan una educación de género, ésta es nefasta.
Bienvenidos a Tupsicologa-online, soy Natalia Paredes, psicóloga, y desde niña siempre me atraían las profesiones sanitarias y la ciencia en general. Pero como no todo es trabajar tengo que reconocer que me encanta disfrutar, siempre digo que no necesitamos grandes cosas para ser feliz y me gusta dedicar mi tiempo libre para viajar, hacerme buenas caminatas y sumergirme en la naturaleza. En mi vida he tenido diversas aficiones como montar a caballo, patinar, confeccionar ropa de forma autodidacta y alguna inmersión en el desarrollo de aplicaciones móviles.